“Contra el diseño y a partir de los restos de la industria”. Así ha definido su primera incursión en el mundo de las lámparas el arquitecto francés Rudy Ricciotti. El autor del MUCEM de Marsella ha comenzado su andadura por el diseño protestando. Y ha hecho que el propio nombre de sus luminarias, Mais plus que cela je ne peux pas (Más que esto no puedo), plantee, de entrada, si alguien que admite no poder debería dedicarse a diseñar. Con todo, sus lámparas, realizadas con restos de vigas metálicas de construcción, apuntan una de las tendencias que han aflorado en el último Salone de Milán: el recurso artístico como componente más conceptual que estético. Esto es la producción de objetos que ponen en jaque la idea del diseño como algo funcional o incluso como pieza decorativa.
Así, este año en el escaparate mundial del diseño de mobiliario que es el Salone, y que cerró las puertas este domingo, algunas de las piezas más destacadas han apelado al intelecto y al conocimiento de la historia de la escultura. Pero por el camino parecen haber escapado a la razón. Las pesadas y brutalistas lámparas de Ricciotti son ciertamente un manifiesto. Él mismo anuncia que se trata de un ideario contra el diseño y solo hay que tratar de mover una para preguntarse si también contra los usuarios.
¿Qué manifiesta un diseño así? ¿Que la movilidad de una luminaria no es importante? ¿Que cualquier diseño es un exceso? ¿Que cualquier objeto con una fuente de luz se transforma en lámpara? El francés explica que con su producto trata de que hable la materia. Y es de rigor reconocer que en los restos de viga convertidos en lámpara (que produce la empresa Nemo) solo la materia habla. Sin embargo, frente a este debut a la contra, hecho sobre todo de palabras y peso (Ricciotti explica su pieza como respuesta a la pregunta de por qué hay más suicidios entre los arquitectos que entre las estrellas del porno), otro producto de la misma empresa Nemo, la lámpara3Tubes de Charles Kalpakian, reúne lo mejor de las referencias artísticas y la fabricación industrial. El diseñador libanés también ha empleado materiales rudos para acercarse al mundo del arte, pero lo ha hecho con mayor sutileza y mayor cuidado estético y funcional.
Como sucediera hace cuatro años con las ilusiones ópticas que convirtió en estanterías para la empresa La Chance, el azar parece ordenar la asimetría de tres tubos convertidos en escultura móvil. Sin embargo, esta luminaria sí es plenamente funcional: no solo decora y repiensa la pantalla en la época de los LED, también hace posible una iluminación dirigida hacia varios puntos.
El diseñador alemán más solicitado de la feria, Konstatin Gricic, comparte esta tendencia de la mano de uno de los fabricantes de muebles legendarios, la italiana Cassina. Haciendo gala de experiencia, oficio, mano y mente de diseñador, con su serie de estantes o apoyos Props, Gricic introduce la escultura minimalista en el amueblamiento del hogar. Pero lo hace acentuando su rudeza y reduciendo su peso. Sus objetos –él no los llama apoyos ni estantes sino “objetos”- están construidos con chapa metálica de cinco milímetros doblada y tratada para acentuar el aspecto rudo final. Así, mediante la inspiración, la evocación o la habilidad, el arte más duro –el que no se dirige al ojo sino que apela a la mente- se ha instalado como referencia rompedora en el ámbito del diseño de mobiliario.
Hay que reconocer que desde que el diseño decidió apostar por la reinvención continua, adaptándose al ritmo de producción de la industria de la moda, ha ampliado su mirada. Sin embargo, cada vez está más cerca de la sorpresa y más lejos de facilitar la vida cotidiana.